El teléfono celular ocupa un espacio principal en nuestro día a día. Es muy sencillo tomarlo en cualquier momento para hacer una nota, agendar un compromiso o plasmar una idea. Además podemos configurar alarmas y recordatorios que nos avisen lo que hay que hacer en el momento exacto, ¿qué más podemos pedir?

Pero, ¿cuántas notificaciones recibimos en un día normal?, ¿cuántas simplemente las silenciamos sin hacerles caso leyendo lo que dicen sólo superficialmente?

En la era de los mensajes emergentes y las notificaciones, nos hemos acostumbrado a ellos y hemos aprendido a ignorarlos.

1Estudios demuestran que la alta exposición a las pantallas tiene un impacto negativo en el cerebro, así es que llevar nuestra agenda en el teléfono es práctico pero contribuye al problema. Y cuántas veces nos ha pasado que esa breve distracción para desactivar un recordatorio termina en largos ratos navegando en Instagram, viendo memes o bobeando por ahí.

Tomarnos 5 minutos para planear nuestro día en una agenda de papel significará un breve descanso para nuestros ojos, y enfocará nuestra mente apartándola por unos momentos de esa abundancia de estímulos y de información que recibimos en nuestras bandejas de correo y demás aplicaciones. Si estás realmente interesado en lograr mayor concentración y reducir el tiempo que pasas viendo la pantalla, definitivamente te conviene optar por una agenda de papel. ¡Hazle un favor a tu cerebro!

2 Probablemente has escuchado esto, y es cierto – escribir a mano favorece la memorización de la información en gran medida. Y eso no es todo, también nos hace enunciar mejor nuestros planes y cosas por hacer.

Este trabajo analítico, combinado con la visualización de las palabras en papel, estimula ciertas células de la parte baja del cerebro para aumentar la atención y la retención. Digamos que ponen nuestro cerebro en modo de alta concentración.

Hay estudios que prueban que una vez que escribimos un objetivo, nuestro cerebro trabajará en llamar nuestra atención y recordárnoslo.

Las pantallas en cambio, limitan esta habilidad, pasan a ser una especie de blindaje que nos mantiene distantes de lo que tecleamos. Es simple, el sólo hecho de trazar y agrupar las letras que forman las palabras es un proceso que implica e involucra mucho más al cerebro. En cambio, teclear tan solo consiste en presionar teclas. Además, se va convirtiendo en una especie de memoria muscular conforme vamos aprendiendo a escribir sin tener que voltear a ver las teclas.

3 Escribir a mano requiere mayor esfuerzo, esto ayuda a que seamos más concisos, a que vayamos al punto. Claro, es más fácil y más rápido teclear, pero también es cierto que no ayuda a que seamos selectivos con lo que escribimos, a que hagamos el esfuerzo de profundizar en nuestros pensamientos para llegar a la esencia. Tan sencillo como comparar nuestras notas hechas en papel con otras en alguna aplicación – seguramente las de la aplicación son más difusas y desordenadas.

Al escribir, somos capaces de aclarar nuestros pensamientos y de conectar de manera consciente con lo que tenemos que hacer, con nuestros deseos y aspiraciones. Cuando se trate de agendar un evento o algo por hacer bastará con un par de palabras. Sin embargo si se trata de objetivos y metas del mes, del año o de vida, será muy valioso ser más precisos.

Al final, estudios revelan que hay una gran relación entre nuestros pensamientos y el lenguaje que usamos. Por lo tanto, redactar tus planes cuidadosamente escogiendo bien las palabras propiciará que tu cerebro los tenga presentes. Y qué mejor que escribirlos en una agenda que revisas todos los días.

4 Sentar nuestros planes por escrito tiene más beneficios que simplemente tener una vida más organizada. Te sorprenderá saber que en uno de los países líderes en tecnología digital – Japón – hay una floreciente cultura de la clásica agenda de papel.

Múltiples estudios muestran la relación entre escribir a mano y la atención plena. En terapias para tratar el estrés es frecuente que se recomiende al paciente llevar un diario, precisamente por las propiedades curativas de esta actividad.

Tal como en una meditación activa, escribir ayuda a darle estructura a ese revoltijo de ideas que con frecuencia habita en nuestra cabeza. Esto nos hace mejores a la hora de ponerle nombre a nuestros sentimientos, actitudes y objetivos. Conforme los vamos identificando es más fácil que sepamos manejarlos apropiadamente.

5 Así como somos más propensos a implicarnos con nuestros planes y objetivos cuando los sentamos por escrito, llevar una agenda también es un compromiso. Es más probable que nos vinculemos a cosas materiales, que a algo digital, simplemente porque son reales – podemos tocarlas.

En el mundo digital, al otro lado de una pantalla impenetrable, nuestro compromiso hacia una aplicación se pierde entre la infinidad de cosas que hay en nuestro teléfono, tableta, o computadora. Una agenda de papel, una que nos guste y tenga un lugar físico en nuestro escritorio es un buen recordatorio para usarla.

Además, si no eres una persona de hábitos, tener una agenda de papel podría ser el primer paso hacia un cambio positivo. Está comprobado que es posible adquirir un hábito entre 21 y 66 días de practicar la actividad que se quiere incorporar. Esto significa que sólo necesitamos probar por 1 mes, aproximadamente, para descubrir si nos gusta y nos funciona el uso de una agenda de papel y formarnos el hábito de utilizarla. Definitivamente, la mejor parte es la reacción en cadena que se genera con un buen hábito.

Al combinar los 5 aspectos antes mencionados, lo que obtenemos es la esencia de la productividad. Es decir, usar una agenda de papel ayuda a que seamos personas más organizadas, motivadas y productivas.